atascosLos atascos son realmente una de las tareas pendientes de todo conductor. Son una pesadilla imposible de gestionar.

Hacen que perdamos el tiempo, los nervios, hacen que aumentemos el consumo de combustible de nuestro vehículo, hacemos sufrir al embrague… todo lo que uno desea para su día a día. Puede hacer que empecemos nuestro viaje de mal humor y puede también que nos lo haga terminar también a la vuelta.

¿Quién dijo paciencia? Efectivamente, esa palabra que nuestro cerebro obvia cuando estamos inmersos en los atascos. ¿Nosotros que preferimos? Cambiar de carril constantemente, ¿para qué? para encontrar el carril definitivo que nos lleve a la libertad. El problema es que normalmente lo que nos vamos a encontrar es otro carril lleno de más y más coches.

Nuestra pregunta es: ¿sirve de algo entonces cambiar de carril en los atascos?

¿Dónde y cuándo nace esa necesidad de cambiar de carril?

El motivo es sencillo: siempre tenemos la sensación de quedarnos atrás y de ver que los demás carriles avanzan y el nuestro no, que es el más lento, y que nos adelantan constantemente.

Pero aquí viene lo peor: Cambiar de carril no te hará ir más rápido, sino que empeorará el atasco

Generar un atasco es una tarea muy fácil, sólo es necesario que coche que circula por una carretera con bastante tráfico frene de manera inesperada. En ese momento, todos los coches que van detrás deberán de frenar, y es ahí cuando se forman los atascos.

En los atascos se suele producir lo que se llama «Efecto Acordeón». CAMBIARSE DE CARRIL EN LOS ATASCOS

Para poder deshacer el atasco desde luego el proceso es muy complicado ¿por qué?, porque primero tendrá que acelerar el primer coche de la fila, después el siguiente, el siguiente… En un kilómetro de retención se puede llegar a multiplicar hasta el punto de que el último coche de la fila arranca dos minutos y medio más tarde que el primero.

Pero la cosa se puede complicar aún más, porque si a este “efecto acordeón” le añadimos el hecho de estar cambiando de carril continuamente, y las frenadas del resto de coches para permitir la incorporación de los más impacientes, así como el riesgo que supone despistarse y provocar una colisión con otro vehículo, complicará la situación y el problema no hará mas que agravarse.

¿Cuál es la mejor solución?

Subir el volumen de la música y distraerte, hablar con tus pasajeros de viaje, así se hará lo más llevadero posible, en menos de lo que piensas, habrás escapado de ese infierno.

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Fotos | Pixabay

 

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